La primera impresión que nos transmite el vino viene dada por el olfato. Siempre se habla de aromas como frutas o hierbas, pero nunca especifican ni llegan a decir por que sabemos a qué huele el vino. Pues bien, hoy vamos a dar un paso más para entender de dónde provienen muchos de los conceptos del olfato, los cuáles hacen que tengamos de una manera más detallada características de ese vino.
¿De dónde procede el aroma de los vinos?
El aroma de los vinos va cambiando a lo largo del paso del tiempo, desde la elaboración de este en las bodegas hasta que es embotellado. Este cambio lo podremos apreciar si nos animamos a visitar alguna bodega en diferentes épocas del año. En época de vendimia, podemos percibir en nuestro olfato un cierto dulzor y sobre todo un olor afrutado, sin embargo, con el paso de los meses el vino comienza a fermentar y estos aromas cambian.
La mayoría de los aficionados o profesionales del vino tienden a buscar el olfato. ¿Cómo sabemos cuál de los aromas que desprenden estos vinos nos gusta más? Normalmente está asociado a las vivencias de cada persona independientemente del vino, puesto que se trata de un sentido que es diferente en cada uno de nosotros, es decir, nadie percibe, de manera similar, los aromas de un determinado vino.
Es cierto que cada vino tiene un aroma diferente, pero esto no significa que para ello se le añada algún producto que modifique su olor, todo lo contrario, esta variación de aroma proviene de sus orígenes. En este sentido cada vino reflejará en su aroma la uva de la que está compuesto, la tierra donde se ha cultivado y el lugar donde ha fermentado.
Complejidad y franqueza de un vino
Ahora bien, una vez que sabemos de dónde proceden los aromas y el porqué cada persona determinada aprecia de una forma determinada cada vino del mercado, vamos a hablar de factores más complejos como es la franqueza y la complejidad del vino.
Cuando hablamos de complejidad hacemos referencia a una “nariz compleja”, este término hace referencia a la dificultad que existe para reconocer todos los aromas de un vino, ya que estos están compuestos de una gran cantidad de aromas.
Por el contrario, cuando hacemos referencia a la ausencia de aromas de un vino, lo estamos denominando como un vino franco, con franqueza.
¿Cómo debemos oler un vino?
No hace falta ser un experto para detectar los aromas del vino, simplemente es cuestión de olfato, aunque sí que entre en juego un poco de entrenamiento. Para empezar a entrenar tu olfato puedes hacerlo poniendo en práctica estos dos pasos cada vez que te dispongas a oler un vino:
- Primero debemos oler la copa de vino cuando esté totalmente parada.
- Seguidamente debemos hacer un movimiento con la copa en forma de círculo, es decir, un movimiento giratorio y volver a aromatizar mientras el vino sigue en movimiento.
Muy importante que te centres en observar las diferencias que existen entre estas dos veces que aspiramos.
Primeros pasos para saber a qué huelen los vinos
Hay tantos aromas como capacidades olfativas de cada una de las personas que prueba un tipo de vino, ya sabéis que estamos hablando de un sentido muy personal. Es muy difícil, por no decir imposible, que dos personas reconozcan por igual los aromas.
Existen métodos para categorizar los vinos y que nos resulte menos dificultoso. Estos podrían ser el origen de su cultivo, su fermentación y uno de los factores más importantes, la madera de la barrica donde repose.
Origen del vino
Normalmente aquí detectamos los cítricos provenientes de la uva. Se dice que la familia de vinos que provienen de climas más fríos como pueden ser Cabernets tienden a desprender un aroma de pimiento verde, siendo uno de los más fáciles de detectar.
También es algo muy común el aroma del plátano en vinos procedentes de Francia resaltando los vinos tintos.
Algo más complejo de percibir son los aromas frutales, hablamos de miel, azahar o rosas entre otros. Los podemos encontrar en vinos dulces, normalmente resaltan los blancos como pueden ser los Chardonnay o Moscatel.
Aromas que se adquieren en la fermentación del vino
Los vamos a dividir en dos grandes familias. Por un lado resaltan las levaduras, siendo un ingrediente indispensable para que la azúcar que contiene la uva se transforme en alcohol. Otro factor son los ácidos en láctico que nos dan sensación de yogur, mantequilla e incluso queso.
Los vinos más aromáticos después de su fermentación son los espumosos: el cava y el champagne y la gran mayoría de los vinos blancos.
Contacto con la madera
Que el vino se mantenga en contacto con la madera a lo largo de los meses hace que este adquiera complejidad y hace que esta permanezca en el vino incluso después de haber sido embotellado.
Los aromas más destacados después de haber estado en contacto con la madera son: el regaliz, la canela, la nuez moscada o los frutos secos, entre otros.
Desde Vinos y Licores Cutanda esperemos que estos consejos os sirva para poder analizar, de una forma más fácil, cada uno de los vinos con mayor precisión.